Sonido Fulgor

sábado, 30 de octubre de 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

Desierto










 Preferiría no 

domingo, 24 de octubre de 2010

Alí Chumacero


Poema de amorosa raíz


Antes que el viento fuera mar volcado,

que la noche se unciera su vestido de luto
y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo
la albura de sus cuerpos.

Antes que luz, que sombra y que montaña
muraran levantarse las almas de sus cúspides,
primero que algo fuera flotando bajo el aire,
tiempo antes que el principio.

Cuando aún no nacía la esperanza
ni vagaban los ángeles en su firme blancura,
cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios,
antes, antes, muy antes.

Cuando aún no había flores en las sendas
porque las sendas no eran ni las flores estaban,
cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,
ya éramos tú y yo.

3 rolas para gozar el domingo




No hay mérito

sábado, 16 de octubre de 2010

Las moscas, de Monterroso


Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre. Traten otros los dos primeros. Yo me ocupo de las moscas, que son mejores que los hombres, pero no que las mujeres. Hace años tuve la idea de reunir una antología universal de la mosca. La sigo teniendo. Sin embargo, pronto me di cuenta de que era una empresa prácticamente infinita. La mosca invade todas las literaturas y, claro, donde uno pone el ojo encuentra la mosca. No hay verdadero escritor que en su oportunidad no le haya dedicado un poema, una página, un párrafo, una línea; y si eres escritor y no lo has hecho te aconsejo que sigas mi ejemplo y corras a hacerlo; las moscas son Euménides, Erinias; son castigadoras. Son las vengadoras de no sabesmos qué; pero tú sabes que alguna vez te han perseguido y, en cuanto lo sabes, que te perseguirán para siempre. Ellas vigilan. Son las vicarias de alguien innombrable, buenísimo o maligno. Te exigen. Te siguen. Te observan. Cuando finalmente mueras es probable, y triste, que baste una mosca para llevar quién puede decir a dónde tu pobre alma distraída. Las moscas transportan, heredándose infinitamente la carga, las almas de nuestros muertos, de nuestros antepasados, que así continúan cerca de nosotros, acompañándonos, empeñados en protegernos. Nuestras pequeñas almas transmigan a través de ellas y ellas acumulan sabiduría y conocen todo lo que nosotros no nos atrevemos a conocer. Quizá el último transmisor de nuestra torpe cultura occidental sea el cuerpo de esa mosca, que ha venido reproduciéndose sin enriquerecerse a lo largo de los siglos. Y, bien mirada, creo que dijo Milla (autor que por supuesto desconoces pero que gracias a haberse ocupado de la mosca oyes mencionar hoy por primera vez), la mosca no es tan fea como a primera vista parece. Pero es que a primera vista no parece fea, precisamente porque nadie ha visto nunca una mosca a primera vista. A nadie se le ha ocurrido preguntarse si la mosca fue antes o después. En el principio fue la mosca. (Era casi imposible que no apareciera aquí eso de que en el principio fue la mosca o cualquier otra cosa. De esas frases vivimos. Frases mosca que, como los dolores mosca, no significan nada. Las frases perseguidoras de que están llenas nuestros libros.) Olvídalo. Es más fácil que una mosca se pare en la nariz del papa que el papa se pare en la nariz de una mosca. El papa, o el rey o el presidente (el presidente de la república, claro; el presidente de una compañía financiera o comercial o de productos equis es por lo general tan necio que se considera superior a ellas) son incapaces de llamar a su guardia suiza o a su guardia real o a sus guardias presidenciales para exterminar una mosca. Al contrario, son tolerantes y, cuando más, se rascan la nariz. Saben. Y saben que también la mosca sabe y los vigila; saben que lo que en realidad tenemos son moscas de la guarda que nos cuidan a toda hora de caer en pecados auténticos, grandes, para los cuales se necesitan ángeles de la guarda de verdad que de pronto se descuiden y se vuelvan cómplices, como el ángel de la guarda de Hitler, o como el de Jonhson. Pero no hay que hacer caso. Vuelve a las narices. La mosca que se posó en la tuya es descendiente directa de la que se paró en la de Cleopatra. Y una vez más caes en las alusiones retóricas prefabricadas que todo el mundo ha hecho antes. Pues a pesar tuyo haces literatura. La mosca quiere que la envuelvas en esa atmósfera de reyes, papas y emperadores. Y lo logra. Te domina. No puedes hablar de ella sin sentirte inclinado hacia la grandeza. Oh, Melville, tenías que recorrer los mares para instalar al fin esa gran ballena blanca sobre tu escritorio de Pittsfield, Massachussetts, sin darte cuenta de que el Mal revoleteaba desde mucho antes alrededor de tu helado de fresa en las calurosas tardes de niñez y, pasados los años,sobre ti mismo en el crepúsculo te arrancabas uno que otro pelo de la barba dorada leyendo a Cervantes y puliendo tu estilo; y no necesariamente en aquella enormidad informe de huesos y esperma incapaz de hacer mal alguno sino a quien interrumpiera su siesta, como el loquito Ahab, ¿Y Poe y su cuervo? Ridículo. Tú mira la mosca. Observa. Piensa.
Augusto Monterroso

sábado, 9 de octubre de 2010

Definiciones (Diccionario onironauta)

Arte:

"¿Y si uno basara su propia vida en el deseo de afirmar el momento del amor o negar el momento de la resignación? ...evanescencias que huían de la conciencia como si jamás hubieran ocurrido, pero cuando tenían lugar contenían la totalidad de la vida." Greil Marcus


 Algunas claves sobre la Internacional Situacionista por Vivian Abenshushan:  Mapas y apuntes para escapar de la jaula fantástica. 


martes, 5 de octubre de 2010

Rainbow Revelation. By Yoko Ono


RAINBOW REVELATION
by YOKO ONO
Bless you for your anger for it is a sign of rising energy.
Direct not to your family, waste not on your enemy.
Transform the energy to versatility and it will bring prosperity
Bless you for your sorrow for it is a sign of vulnerability
Share not with your family, direct not to yourself.
Transform the energy to sympathy and it will bring you love.
Bless you for your greed for it is a sign of great capacity.
Direct not to your family. Direct not to the world.
Transform the energy to giving.
Give as much as you wish to take, and you will receive satisfaction
Bless you for your jealousy for it is a sign of empathy.
Direct not to your family, direct not to your friends.
Transform the energy to admiration and what you admire will become part of your life.
Bless you for your fear. For it is a sign of wisdom.
Do not hold yourself in fear.
Tranform the energy to flexibility and you will be free from what you fear.
Bless you for your poverty for it is a sign of great possibility
do not hold poverty in your mind.
Every drop of your generosity will come back in 10 fold.
Give as though you were a king, and you will receive a king’s due.
Bless you for your search of direction for it is a sign of aspiration.
Transform the energy to receptivity and the direction will come to you
Bless you for the times you see evil.
Evil is energy mishandled and it feeds on your support.
Feed not and it will self-destruct.
Shed light and it will cease to be.
Bless you for the times you feel no love.
Open your heart to life anyway, and in time you will find love in you.
Bless you, bless you, bless you.
Bless you for what you are.
Remember you are loved.
Remember I love you.

lunes, 4 de octubre de 2010

Aquél

Cuadernos para derivas.

Deriva # 0


Conocí las derivas hace unos nueve años a través de un okupa valenciano que vivía en México y que durante algunos días, que amenazaban con transformarse en semanas, okupó mi casa. A todas partes, es decir, a todas los departamentos o cuartos a los que se mudaba con demasiada frecuencia, llevaba un enorme libro bajo el brazo, algo que él llamaba “su Biblia”, y que después se haría también imprescindible para mí: Rastros de carmín (una historia secreta del siglo XX) de Greil Marcus, publicado hace tiempo por Anagrama. Si se encontrara en las librerías mexicanas y su precio no fuera impagable, regalaría este libro una y otra vez a mis amigos más queridos o a aquellos que veo francamente extenuados y tristes, en el desencanto amargo de vivir aquí y ahora. Rastros de carmín es una crónica (y también, en sus mejores momentos, una aventura narrativa) sobre el revuelto siglo XX, en sus encarnaciones más radicales, antisolemnes y creativas. De Hugo Ball a Sid Vicious, de Dadá a la Internacional Situacionista, Marcus narra los pormenores y las afinidades entre una serie de artistas cuya cualidad común fue la franca hostilidad hacia una sociedad decadente y plomiza, entregada al consumo banal, la guerra y el tedio. Digamos que la historia de esa ¿extinta? inconformidad cultural me perturbó de un modo tan profundo que, apenas lo leí por tercera ocasión (vuelvo a este libro dos o tres veces al mes), me puse a montar una editorial independiente, cuya colección central sería precisamente una serie de ensayos “en contra” llamada Versus, dedicada a la reflexión crítica, muchas veces corrosiva, sobre ciertos lugares comunes, ciertos prejuicios cómodos, de la sociedad actual. La relación entre la lectura de Greil Marcus (seguida de los diarios de Hugo Ball, los documentossituacionistas, la zona autónoma de Hakim Bey, el anarquismo de John Cage, las prácticas estéticas del anadar historiadas por Francesco Careri enWalkscapes, las caminatas de Walser y Thoreau, en fin...) y los vuelcos que comenzó a dar mi vida son tan profundos y complejos, y aún inexplicables para mí,que no intentaré siquiera comprenderlos en este momento, a la vista de todos ustedes. O sí: aquello fue como una especie de reafirmación subversiva de lo que ya sabía (si no es posible cambiar al mundo, hay que cambiar la propia vida), pero que no alcanzaba entonces a traducir en ideas o acciones.
Fue en el libro de Marcus donde encontré a los situacionistas (un grupo de ex estudiantes, ex poetas, ex directores de cine, convertidos en ociosos, fugitivos y borrachos) en sus mejores momentos: el grito sobre la inexistencia de Dios en Notre Dame, las frases y pintas que anticiparon la expresión radical del 68 ("Muerte a un mundo en el que la garantía de que no moriremos de hambre ha sido obtenida a cambio de la garantía de morirse de aburrimiento"; "¡Bajo el asfalto está la playa"!, "No trabajes nunca"), la psicogeografía y las derivas como prácticas de una nueva subjetividad. En cierto momento, comencé a emular a Debord y sus secuaces en el pequeño radio de mi vida cotidiana: renuncié a la oficina y la academia, enfrenté el miedo a la ciudad y me decidí a practicar largas caminatas sin rumbo por el DF, de manera consciente y continua. Ya lo había hecho antes, cuando abandoné mi tesis de licenciatura -que se ocupaba de las relaciones entre la ciudad de México y la literatura de fin de siglo- y preferí pasar de la biblioteca a la escuela de la calle (derivar es también descarriarse) y hacer lo que se llama "una investigación de campo" por los rincones inexplorados del Centro (viví durante un tiempo en una casa construida sobre el techo de una taquería, en la calle de López) o Santa María la Ribera (donde descubrí una iglesia abandonada convertida en teatro por una comunidad de actores desocupados), por ejemplo.
¿Y qué es una deriva? Una forma de vagabundeo urbano que a menudo se prolonga durante días enteros, un reconquista crítica de la ciudad a través de recorridos sin brújula, ajenos a las transacciones habituales del consumo, el trabajo, el espectáculo o el deber. Guy Débord no sólo realizó innumerables caminatas disparatadas, y casi todas etílicas, sino que desarrolló una compleja teoría de la deriva donde la definía como “una forma de investigación espacial y conceptual de la ciudad”: “Una o varias personas que se abandonan a la deriva renuncian durante un tiempo más o menos largo a los motivos para desplazarse o actuar normales en las relaciones, trabajos y entretenimientos que les son propios, para dejarse llevar por las solicitaciones del terreno y los encuentros que a él corresponden.” Incursiones en los barrios marginales, deambulaciones lúdicas por estaciones de trenes abandonadas o edificios en construcción, la idea central del paseo situacionista es pasar de la crítica teórica del capitalismo a la acción transformadora de la vida cotidiana. ¿Cómo? A través de la creación de situaciones en las que cada quien sería el artífice de su propio entorno, un ser imaginativo y dueño de su tiempo que no creería más en las promesas, siempre postergadas, del mercado y que, en cambio, participaría en el mundo con una inmediatez sincera, inconforme y apasionada. La deriva es un desvío, es decir, un deslinde, una renuncia al statu quo y los recorridos asfixiantes de la rutina, una forma de ir más allá de los propios muros, de crear un extrarradio vital.
El situacionismo es el resultado de un marxismo heterodoxo pasado por el chorro creativo del dadaísmo y el surrealismo, es decir, la introducción de la imaginación, el deseo y el placer como actitudes políticas y estéticas. Que el situacionismo haya fracasado, a pesar de ese momento brillante y convulso que fue el 68, no significa que sus estrategias y su actitud hayan quedado enterradas. Es posible adoptar de manera privada la acción situacionista, provocar rupturas en la engañosa parafernalia del entretenimiento o la moda, crear zonas temporales de sensualidad y juego, al margen de las jerarquías y las burocracias. Es extraordinariamente difícil, pero no es imposible.
Hace más de diez años practico derivas (a veces, simples paseos o incursiones breves; a veces largas deambulaciones), por la ciudad. Y fuera de la ciudad. Suelo hacerlas en en pareja, pocas veces en grupo (mis amigos trabajan demasiado). Me acompaño de un paseante con dinamita en los zapatos y buena conversación, que ha escrito recientemente un libro A pie. He conservado registros fotográficos de algunos recorridos (que quisiera más frecuentes), cuando he llevado cámara conmigo. “Cuaderno para Derivas” es el álbum de estas caminatas y sus exploraciones psicogeográficas. También es el registro de la zonas de atracción y repulsión de la ciudad, la pérdida del espacio público y su permanente degradación, el cerco violento del miedo y las neurosis urbanas, frente a las que la deriva resiste con espíritu a veces alegre y combativo, muchas otras, simplemente desconcertado y áspero.
Vivian Abenshushan

domingo, 3 de octubre de 2010

Por favor, su curriculum, de Hugo Gutiérrez Vega

LA RIQUEZA me agobia esta mañana
y para conjurarla
hago el recuento
de las cosas que tengo
y de lo mucho
que he perdido en el tiempo:
tengo la vista, el tacto, el oído,
el olfato y el gusto, una mujer
─ella también me tiene─
que lleva sin alardes
los ritmos de la vida;
unos seres que crecen a mi lado;
un techo, pan, un poco de dinero,
libros, el teatro, el cine;
seres vivos que amo
y que me aman;
mis muertos, la memoria
y el presente
(nada sé del futuro,
pero no me interesa);
voy ahciendo los días
y ellos me van haciendo
y deshaciendo;
finjo resignación
y me contento
con las luces del alba
(me gusta más la noche);
trabajo y cumplo,
a veces a mi modo
y, cuando no es posible
me conformo;
intenté el heroísmo
y la aventura
se me volvió sainete;
he aprendido
tres o cuatro cosas
y he olvidado trescientas;
me detengo en la calle
y veo personas,
salgo al campo
y me encuentro con la vida;
me gustan las ciudades
y las odio,
me gusta el campo,
pero no lo entiendo;
mis raíces son débiles;
no le tengo pavor a lo imprevisto,
pero me gustaría que no pasara;
me sentido común
es estrambótico;
sin proyectos me enfrento
a la mañana;
me enferman los enfermos
de importancia,
me asustan los que esgrimen
sus certezas;
me gustan los que dudan,
los pasos vacilantes
me enternecen
y me dan miedo
los que pisan firme
(el if de Kipling
me provoca vómitos);
no pertenezco a nada
y, sin embargo, me hermano
sin poner muchos reparos;
cultivo mis lealtades
e intento perservar estos amores;
mi vida es un recuento
de expulsiones
mientras me acompañan
maracas y requintos,
dos serruchos,
un peine, con papel
y voz amarga;
ya no tomo café,
fumo tabaco,
hablo menos que antes,
me desvelo
y escribo confesiones;
la primera persona me preocupa,
pero sé que no es mía:
todos somos lo mismo
todo es uno
uno es todo,
casa hombre es, al fin,
todo este mundo
y el mundo
es un lugar
desconocido....

Recuérdalo tú, de Cernuda

1936

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
cuando asqueados de la bajeza humana,
cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.

En 1961 y en ciudad extraña,
más de un cuarto de siglo
después. Trivial la circunstancia,
forzado tú a pública lectura,
por ella con aquel hombre conversaste:
Un antiguo soldado
en la Brigada Lincoln.

Veinticinco años hace, este hombre,
sin conocer tu tierra, para él lejana
y extraña toda, escogió ir a ella
y en ella, si la ocasión llegaba, decidió apostar su vida,
juzgando que la causa allá puesta al tablero
entonces, digna era
de luchar por la fe que su vida llenaba.

Que aquella causa aparezca perdida,
nada importa;
Que tantos otros, pretendiendo fe en ella
solo atendieran a ellos mismos,
importa menos.
Lo que importa y nos basta es la fe de uno.

Por eso otra vez hoy la causa te aparece
como en aquellos días:
noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
a través de los años, la derrota,
cuando todo parece traicionarla.
Mas esa fe, te dices, es lo que sólo importa.

Gracias, compañero, gracias
por el ejemplo. Gracias por que me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.

LUIS CERNUDA
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