Sonido Fulgor

domingo, 30 de octubre de 2011

"¿Por qué quemas mi peluca, brujo?"

Breve aparición de Carlos Monsivais como Santa en la Película de los Caifanes, de Juan Ibáñez. Su voz fue doblada por el maestro del Voice Over Jorge Arvizu "El Tata".


Algún día el espejo se quedará vacío...



Una carta para Ingmar Bergman

de hugo gutiérrez vega

Fue en una vieja sala de cine cercana a la Plaza de España cuando, en la Roma de principios de los sesenta, llegó a mí el cine de Ingmar Bergman. Había oído hablar del cineasta y teatrista sueco, pero nunca había tenido la oportunidad de acercarme a su obra. Durante diez días asistí al Salón Margarita (una especie de cine club abierto a todo el público) para llenarme el alma con diez películas de Bergman. Recuerdo El orzuelo del diabloEl manantial de la doncellaSonrisas de una noche de verano; la trilogía formada por Luces de inviernoComo en un espejo(el título lo tomó Bergman de una carta de San Pablo a los corintios) y El silencio;Fresas silvestres (los italianos la tradujeron como El lugar de las fresas), El séptimo selloEl rostroMónica o el deseo y Una lección de amor. El séptimo sello me golpeó el alma y me puso a pensar sin freno ni cordura en varias noches insomnes. Cuando cerraba los ojos en busca del sueño, aparecía el jugador de ajedrez y yo rendía mis armas acostando al rey en el tablero. Sin embargo, sentía una mezcla dequiet desperation (Thoreau dixit) y de alegría al ver las figuras de la danza de la muerte cogidas de la mano, recortándose en la atardecida y caminando resignadamente en lo alto de la montaña. Fue entonces cuando me di cuenta de los extremos de verdad, vida, belleza, pensamiento y bondad, a los que puede llegar el arte cinematográfico. La película apocalíptica se quedó en mi alma y vive conmigo junto con El limpiabotasLadrones de bicicletasUmberto D Ciudadano Kane y Los olvidados. A esta mínima lista agrego dos películas de Bergman: Fresas silvestres yFanny y Alexander. La primera me produjo una impresión tan fuerte que me vi gozosamente obligado a verla más de diez veces. Aprendí diálogos (subtítulos en italiano, por supuesto), descubrí nuevas perspectivas cada vez que la vi. Esperaba con ansia algunas secuencias, como la del sueño premonitorio, la visita a la madre, las conversaciones con los muchachos compañeros de viaje, el doctorado universitario, el cansancio del viejo maestro mezclado con una especie de entusiasmo, su angustia y la placidez (recuerden los lectores a Cicerón y su ensayo sobre la ancianidad. Usigli lo zahiere en un soneto burlón y exasperado) de los últimos años, ya dispuesto a aceptar sin melodramas las reglas del juego, ésas que hacen de la muerte una parte de la vida. Para los creyentes lo que sigue es la resurrección y el paraíso. Para los no creyentes se abre la nada. Para los que creen y a la vez dudan se inicia una lucha entre la angustia y la esperanza. Esta virtud recorre la película del maestro sueco. Por otra parte, su perplejidad (que es la de todos o casi todos) se manifiesta en el reloj sin manecillas del sueño del anciano, mientras que la angustia se presenta en el momento de la caída del ataúd en el que estamos tendidos nosotros mismos. Escribí un largo poema y lo titulé “El sueño que despierta.” Un amigo italiano iba a entrevistarse con Bergman en Estocolmo. Le pedí que le entregara el poema. Pasaron los años (seguía viendo religiosamente las películas del maestro) y no llegaba el esperado acuse de recibo. Ya había perdido la esperanza cuando mi amigo italiano me mandó a Londres una carta que había recibido hacía mucho tiempo. Me localizó a través de la embajada en Roma y me envío la misiva de Bergman. Despistado como soy no le había puesto dirección a la carta que acompañaba al poema. Bergman recibió mi mensaje y me contestó a la dirección de mi amigo romano. Su respuesta fue muy breve y emocionante: “Pedí que me tradujeran al sueco su poema. Lo leí con cuidado y lo agradecí con toda mi alma. Me encantó tener un espectador que viajara conmigo durante los 120 minutos de la película. Venga a Suecia y lo llevaré al lugar de las fresas.” Me di por satisfecho y me quedé callado. Fui a Estocolmo varias veces, pero no busqué al maestro. Una especie de admiración reverencial me lo impidió. Sigo soñando con secuencias de sus películas. Las veo como en un espejo que me devuelve mi imagen. Algún día el espejo se quedará vacío y lo único que sucederá será el retorno a la casa paterna.

Documentales en Morelia (Carlos Bonfil)


Uno de los mejores saldos del reciente Festival Internacional de Cine de Morelia es la vigencia incuestionable del documental mexicano. Contrariamente al cine de ficción, que con dificultad consigue momentos de originalidad y frescura, el registro de historias vivas, cercanas a la experiencia cotidiana de mucha gente, ha tenido en años recientes una gran fortuna. Algunos documentales captan la atención pública y llegan a generar una fuerte polémica (Presunto culpable, de Roberto Hernández y Geoffrey Smith, un caso emblemático). El impacto es tan grande que muchas de las mejores ficciones admiten una primera inspiración documental y combinan con acierto el relato intimista y una reflexión social (El premio, de Paula Markovitch, ficción distinguida en Morelia es al respecto una ilustración contundente).
Los documentales en Morelia tuvieron este año un tinte político, en nada reñido con una introspección personal, como en el caso de Silvestre Pantaleón, de Roberto Olivares Ruiz, cinta ganadora, y su exploración de una comunidad indígena nahua guerrerense, donde un anciano procura a toda costa que le practiquen un ceremonial llamado levantamiento de sombra. O Lecciones para una guerra,de Juan Manuel Sepúlveda (autor deLa frontera infinita, estupendo trabajo sobre la inmigración ilegal en México), radiografía de un pueblo campesino involucrado en los pacientes preparativos para una resistencia armada. Otro trabajo sobresaliente fueEl lugar más pequeño, de Tatiana Huezo, que evoca de modo original la guerra civil salvadoreña, entre 1979 y 1992, y su saldo de 80 mil muertos y numerosos desaparecidos. Entre los pueblos arrasados por la guerra fratricida, figura el poblado de Cinquera, considerado por el gobierno, la guardia nacional y los paramilitares foco de subversión y refugio de guerrilleros. Algunas familias desplazadas por el terror oficial regresan años más tarde a ese pueblo devastado, invadido por las serpientes y los fantasmas de los desaparecidos. Caminan sobre los restos de familiares y amigos, dispersos y sepultados en montes que son fosas comunes. Regresan a recuperar la memoria y a construir el Nuevo Cinquera, convencidos de que la tierra es un miembro más de la familia.
Tomando de nueva cuenta a El Salvador como país de referencia y el tema de la resistencia armada como constante temática, El cielo abierto, el documental más reciente de Everardo González (La canción del pulque, Los ladrones viejos), evoca la figura legendaria de Monseñor Óscar Romero, alto jerarca católico que abandona sus posturas conservadoras y su trato con los poderosos, para solidarizarse con las luchas campesinas luego de enterarse de la ejecuciónsumaria de un sacerdote disidente. Súbitamente convertido en arzobispo rojo y objeto del odio de la oligarquía salvadoreña (Haga patria, mate a un arzobispo), Romero será también baluarte de una teología de la liberación que los campesinos reconocen más cercana a sus inquietudes y deseos que el discurso vacío sobre un cielo distante, zona reservada, adonde sólo podrían acceder los poderosos. Hablan los campesinos y refieren cómo de golpe descubrieron que el reino de Dios estaba en la tierra, y que toda ella la acaparaba para su beneficio una minoría satisfecha con la complicidad de los altos jerarcas católicos. Everardo González recupera archivos audiovisuales y con ellos recrea momentos de la labor pastoral de Romero, la denostación de los medios controlados y la represión que con brutalidad cancela el clamor de la protesta.
Agnus Dei, cordero de Dios, de Alejandra Sánchez (Bajo Juárez), es el muy controvertido testimonio de Jesús, un hombre que refiere cómo siendo menor padeció el abuso sexual de un sacerdote pederasta hasta la fecha impune, y el combate que hoy libra para exponer con claridad la gravedad del crimen. Esa claridad incluye fotografías muy explícitas del abuso, mismas que han conducido a su clasificación desventajosa de RTC (para proteger, absurdamente, a un público de menores de una realidad de la que en los hechos sí pueden ser víctimas inermes).
En un registro muy distinto, el formidable documental La maleta mexicana, de Trisha Ziff, narra la historia de 4 mil 500 negativos de los fotógrafos Robert Capa, David Seymour y Gerda Taro, relacionados con la Guerra Civil Española y que se consideraban perdidos hasta fecha muy reciente. Su rescate es el pretexto para una evocación histórica e intimista del exilio español en México. Finalmente,El velador, de Natalia Almada, es una mirada perturbadora a los despropósitos y a la violencia de una guerra absurda, a partir de la escenografía kitsch de mausoleos a narcos en los cementerios de Sinaloa. El documental en México, más vigoroso que nunca.
La Jornada

sábado, 29 de octubre de 2011

jueves, 27 de octubre de 2011

Elvis Presley - Elvis: Rock, Sex, and Roll.






'Before Elvis, there was nothing'said John Lennon,'Hearing him (Elvis) for the first time was like busting out of jail,' stated Bob Dylan, you will have to understand the moral climate during the mid 50's to realize what a shook Elvis Presley was. On issue #1 of Revolver Mag, Dave Marsh published an article called 8 Revolutionary events that rocked the world, on the number one spot he places: Elvis Presley on TV (1956): 'Elvis on the Radio was radical enough, but putting him on the small screen was another matter altogether. It unveiled the predatorial leer and swarthy features that coded "Negro" to every bigot in America or the rest of the world. Broadcast into every living room, those hips wanted to fuck your daughter, your wife, and (maybe, even if you wouldn't admit it) you. MTV still hasn't come up with anything as creative, as sexy or, for that matter, as interesting.'

For the post war teenagers, Elvis meant rebellion, that sexy, breathlessly and frantic sound of his was the bad seed of defiance and disobedience that will rise during the mid 60's. 'When I first heard [Elvis Presley's] voice I just knew that I wasn't going to work for anybody; and nobody was going to be my boss.' summed up Dylan.' 'He taught white America to get down" said James Brown, as a racial integrator, Elvis took hold all over the South, Elvis -a working class Southerner- fused sounds of white country music with black blues and R&B. In an uptight white America segregation happpened in their very bodies, where sexuality needed to be separated from the rest of the cultural being, Elvis Presley came as a sexual awakening, the generally described 'frenezy' Elvis caused in the Audience was more like a sexual expression, a liberation from the taboos of the older generation, and that was the real fear regarding Elvis.

Here it is, Elvis: Rock, Sex and Roll, not a greatest hits collection, this is Elvis the rocker, malicious glee that 50 years latter still has that rebellious edge.






Diciembre: Nuevo album.



"Lonely Boy" is the first single off the forthcoming album El Camino - in stores Dec. 6th. Preorder the album today to get an instant download of Lonely Boy (where applicable) -

Official store - http://wbr.fm/TBKElCamino
iTunes - http://glnk.it/nl

Directed by Jesse Dylan

domingo, 23 de octubre de 2011

Piedra de Sol (1957, fragmento)


corredores sin fin de la memoria,
puertas abiertas a un salón vacío
donde se pudren todos lo veranos,
las joyas de la sed arden al fondo,
rostro desvanecido al recordarlo,
mano que se deshace si la toco,
cabelleras de arañas en tumulto
sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco,
busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos,
rostro de lluvia en un jardín a obscuras,
agua tenaz que fluye a mi costado,

busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo en el instante, caigo al fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante,

busco una fecha viva como un pájaro,
busco el sol de las cinco de la tarde
templado por los muros de tezontle:
la hora maduraba sus racimos
y al abrirse salían las muchachas
de su entraña rosada y se esparcían
por los patios de piedra del colegio,
alta como el otoño caminaba
envuelta por la luz bajo la arcada
y el espacio al ceñirla la vestía
de un piel más dorada y transparente,

tigre color de luz, pardo venado
por los alrededores de la noche,
entrevista muchacha reclinada
en los balcones verdes de la lluvia,
adolescente rostro innumerable,
he olvidado tu nombre, Melusina,
Laura, Isabel, Perséfona, María,
tienes todos los rostros y ninguno,
eres todas las horas y ninguna,
te pareces al árbol y a la nube,
eres todos los pájaros y un astro,
te pareces al filo de la espada
y a la copa de sangre del verdugo,
yedra que avanza, envuelve y desarraiga
al alma y la divide de sí misma,
escritura de fuego sobre el jade,
grieta en la roca, reina de serpientes,
columna de vapor, fuente en la peña,
circo lunar, peñasco de las águilas,
grano de anís, espina diminuta
y mortal que da penas inmortales,
pastora de los valles submarinos
y guardiana del valle de los muertos,
liana que cuelga del cantil del vértigo,
enredadera, planta venenosa,
flor de resurrección, uva de vida,
señora de la flauta y del relámpago,
terraza del jazmín, sal en la herida,
ramo de rosas para el fusilado,
nieve en agosto, luna del patíbulo,
escritura del mar sobre el basalto,
escritura del viento en el desierto,
testamento del sol, granada, espiga,

rostro de llamas, rostro devorado,
adolescente rostro perseguido
años fantasmas, días circulares
que dan al mismo patio, al mismo muro,
arde el instante y son un solo rostro
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
y por todos los siglos de los siglos
cierra el paso al futuro un par de ojos,

sábado, 22 de octubre de 2011

Spike Jonze: Mourir Auprès de Toi

Teoría marrana por Alberto Moreiras


No soy editor pero, como muchos intelectuales académicos comprometidos con un campo de estudios específico, en mi caso el de los estudios relacionados con el ámbito general del pensamiento en castellano, he sentido la necesidad de lanzar iniciativas editoriales para promover ciertas corrientes, para alentar ciertos estilos de trabajo o para darle mayor visibilidad pública a modos de pensamiento que permanecían en relativa oscuridad debido a falta de canales adecuados de diseminación. Benjamín Mayer me pide unas reflexiones relacionadas con lo hecho ya, pero fundamentalmente con lo que me parece podría hacerse en los próximos años. Ahora trazaré cierto contexto y haré algunas propuestas para discutir en este foro y durante la discusión misma algunas ideas podrán perfilarse de forma más incisiva o precisa.

Para mí el contexto es la impresión sostenida y acuciante de que, a pesar de todas las excepciones visibles o no visibles, a pesar de todo el trabajo hecho y en trances de hacerse, el campo general del pensamiento en español en su dimensión teórica, crítica o propiamente filosófica no ha conseguido todavía desarrollo suficiente. Afirmaciones como esta son, en algún sentido general, siempre verdaderas o, desde un punto de vista alternativo, siempre falsas. Por lo tanto pueden ser acusadas de meramente tautológicas: sólo dicen lo que dicen y así no dicen nada. Claro, todo depende de lo que uno entienda por “suficiente”. Pero yo hago esa afirmación en un sentido específico: el pensamiento en español no ha cumplido todavía la promesa que encierra y que empezó a pronunciarse hace ya dos generaciones.

Yo inicié mi carrera estudiando filosofía y continué con estudios de literatura y de historia intelectual hispánica porque me di cuenta en algún momento de que no me atraía particularmente convertirme en un productor de textos secundarios, glosas más o menos eficientes de formas de pensamiento insertas orgánicamente en otras tradiciones intelectuales. Sería mejor, me parecía, intentar algo así como pensamiento original. Dónde tratar de buscar su posibilidad misma si no en la historia de la lengua en la que uno se ha formado. Había que empezar por estudiar el archivo que, desde alguna concepción no tanto romántica como pragmática, era ineludiblemente mío. Había impaciencia, desencanto e incluso un cierto aburrimiento cuyo carácter, si es que iba a dejarle que definiera mi vida, me parecía monstruoso. Todo eso tenía que funcionar como acicate. Las cosas no estaban bien, no para mí. Tenía un problema. Leía y leía. Me pareció en aquel momento, a contrapelo de lo que iba aprendiendo, que era necesario intentar algo que resultaría difícil: romper el ensayismo diletante y siempre insatisfactorio de los preservadores de las diversas tradiciones hispánicas, que, además de resultar insatisfactorios al nivel más básico, siempre resultan miméticos o derivados o reactivos con respecto de otras tradiciones que la modernidad —quizá por razones ideológicas— había representado como más fuertes y, para ser justos y ateniéndome al detector de aburrimiento, lo eran. Ninguna medida de corrección política o de respeto por la autonomía relativa de todas las tradiciones culturales, de todas las lenguas, podía en última instancia disimular la impresión de que, digamos, Martin Heidegger era un pensador más riguroso o de mayor alcance que José Ortega y Gasset, o que Gilles Deleuze y Jacques Derrida estaban publicando libros más urgentes e interesantes que los que simultáneamente publicaban Eugenio Trías o Fernando Savater, que hacían lo que podían. En la medida de mis posibilidades, mi idea era estudiar todo lo posible y romperme la cabeza para que, de alguna manera, en algún momento, mi propio trabajo pudiera tener el rigor y el espesor crítico y creativo de los escritores que como estudiante de filosofía yo admiraba y continúo admirando. No sólo, por cierto, Deleuze o Derrida o Arendt o Irigaray o Foucault o Lacan, no sólo Heidegger, que me quedaban grandes y solo podían servir como referencia, sino tantos otros quizá no tan decisivos pero que en virtud de su inserción en unas tradiciones que a mí me parecían, desde el punto de vista filosófico, más libres e imaginativas que las nuestras —me refiero a las determinadas o envueltas por nuestra lengua, aunque sabemos bien que no es la lengua la responsable, sino la historia— me resultaban más capaces de llevar adelante una vocación de pensamiento que no estuviera simultáneamente desinflada, que no fuera derivativa y voluntarista y fallida. Es posible que yo estuviera ya en el error en aquel momento, quién sabe. En todo caso, fue un error constitutivo.

Si era la historia la responsable de la relativa miseria de la producción crítica y filosófica en castellano, quizá la historia podría alterarse. Es difícil alterar el pasado, así que quedaba el presente y el futuro, si se me permite ser convencional para ir más rápido. Yo era estudiante. Una posibilidad que pronto aprendí a descartar era la ilusa de que me sería perfectamente posible retirarme a alguna montaña y allí, entre libros y conejos, desarrollar un estilo. El trabajo que estaba por delante, de forma inmediata, al menos para mí, tenía que ser institucional. Había que crear, con paciencia, las condiciones para que en el campo institucional de estudios, en la universidad, pudieran darse estímulos capaces de promocionar pensamiento libre y riguroso. No para mí, para otros: quizás esta fuera una forma prematura de autoexculpación, no lo niego. No hablo de logros, sino de intenciones. Era una tarea generacional y alcanzaba a todos —nadie podría hacer progresos reales individualmente. Si esto pudiera lograrse, habría que dedicarle la vida entera y hacerlo mediante formas de compromiso colectivo. Nadie piensa en el vacío —las formas de discurso se refuerzan mutuamente y sólo en el diálogo el avance es posible. Había mucho trabajo previo por hacer, pero no había otra tarea mejor —hablar con gente, formar otros estudiantes, releer la tradición, abrirla a la crítica desde otras posiciones de pensamiento más fuerte, recoger lo más vivo de lo que se estaba haciendo en otros idiomas para que ese trabajo se convirtiera en genuina inspiración. Se trataba de usar la dignidad heredada del espacio universitario transnacional para ponerla al servicio de un proceso histórico de transformación de las condiciones de discursividad que habían parecido regir los destinos del español como lengua de producción teórica en el siglo veinte. Claro, todo esto tendría que partir de una receptividad extrema de nuestro propio archivo, en toda su complejidad y heterogeneidad interna, no sólo del archivo filosófico y teórico, también del histórico, del político y del social.

Sí, todo esto me desbordada, a mí y a todos los demás. En la medida en que yo percibía que, con todas mis limitaciones de experiencia y conocimiento, no había maestros reales. No en nuestro mundo. Nuestra generación podía sin duda aprender de generaciones previas y de individuos concretos cuyo trabajo podía ser catalogado como admirable o catastrófico. Pero la constatación de una ruptura generacional era clara: nos costaba, a pesar de todo, aprender de nuestros profesores, que no eran nuestros referentes reales, y había un deseo nuevo, un deseo de algo nuevo, que sigo considerando genuino. Dentro de mi mundo, que se había desplazado por entonces a los departamentos de español en universidades norteamericanas, había gente joven, de mi generación, de muchos países del ámbito del idioma, o bien comprometidos con él, que, quizás por primera vez —dejando aparte excepciones históricas conocidas y quizá un número mucho mayor de excepciones no conocidas, borradas, nuestros verdaderos antepasados— estaba dispuesta a salir de su propio ghetto, a abandonar la cansina reproducción de los tópicos dominantes de las tradiciones críticas y autorreferenciales en nuestra lengua, a romper el agobio de los disciplinamientos en algunas ocasiones académicos, en otras sólo supuestamente académicos, que, más allá de nuestros mismos profesores, la inercia institucional quería imponernos y atreverse a otra cosa. No se trataba de seguir siendo infinitos glosadores de la novela contemporánea sin rechistar, como sin duda los escritores deseaban que hiciéramos —los mismos que pensaban que nosotros, criaturas académicas, no teníamos más consistencia que la de ser sus acólitos y monaguillos, escritores frustrados que habíamos resultado ser. Pero en esos departamentos de estudios hispánicos uno o glosaba a escritores o escritoras vivas y vivos, o glosaba a escritores y escritoras muertas. No había mayor opción. Todavía eran departamentos muy inmersos en un tipo de reproducción del saber —filológico, representacional, estético, en el mejor de los casos historiográfico— que seguirá siendo útil y necesario, pero que no podía marcar el camino que yo y mi pequeño grupo de amigos nos habíamos trazado. Tampoco el compromiso político, abrazado por muchos, era un sustituto real. Admirable como era, queríamos algo más que pudiera sostenernos también en el sentido de pensar nuevamente la política, habíamos sido ya testigos de demasiados desastres. Y, desde luego, queríamos legitimación: en la universidad, por ejemplo, que nuestros vecinos de francés, de estudios americanos, de literatura comparada se tragaran su extraordinaria arrogancia despreciativa con respecto de quiénes éramos y también de lo que queríamos hacer. Era obvio que preferían que estuviéramos calladitos en el ghetto en el que habíamos estado siempre, no había desde luego ni colaboración por su parte, ni siquiera buena fe. ¿Qué hace un profesor de español como tú ocupándose de Kant o de Weber? ¿No te basta García Márquez? Nos importaba poco. Había cosas más importantes que atender.

El panorama cambiaba también para ellos. Sus certezas disciplinarias habían sido sometidas a un cerco insistente por el postestructuralismo y lo que podríamos llamar una primera ola de interdisciplinariedad que nos llevaba a todos fuera nuestro campo de especialización a la necesidad de estudiar antropología, psicoanálisis, historia, economía política, cine, en suma, todo lo demás. El archivo disciplinario había saltado en pedazos y ya nadie podía leer sólo lo que sus manuales de bibliografía profesional listaban. El circuito del prestigio académico, en alas del impacto postsesentayochista del postestructuralismo francés había pasado a la producción teórica. En cierto sentido, y a pesar de todas las dificultades, era nuestra oportunidad. En literatura, por ejemplo —y quede claro que no es más que un ejemplo, podría extrapolarse a otras disciplinas, igual que la situación antes descrita en los departamentos de humanidades norteamericanos puede también transcribirse en términos de relaciones entre pensamiento en español y práctica supuestamente solo científica en los departamentos de ciencias sociales latinoamericanos y españoles—, podíamos conseguir una naturalización académica que ya no dependía más de las glorias relativas de Balzac o Dickens contra Pérez Galdós, que no dependía tampoco de la calidad citable de Jorge Luis Borges o de las enormes ventas, aunque ya muy decrecientes, de los héroes del boom, ni de la supuesta superioridad absoluta de la lírica francesa, que nos hacía morder el polvo a todos los no franceses, sino que dependía, en sentidos reales, de nuestra capacidad de absorber archivos múltiples y de darles carta de corso en nuestra actividad cotidiana, ya no definida exclusivamente por el canon hispánico. A ello nos entregamos.

La historia que seguiría es la historia de los últimos veinte años, pero no voy a contarla. Es la historia que pasa por la crisis de la teoría, la caída de la literatura como campo de reflexión crítica y el auge inmediato de estudios culturales, estudios de género, estudios postcoloniales y estudios subalternos… la situación que reina hoy y el papel que hayamos podido tener y dejar de tener en todos esos desarrollos los que continuamos comprometidos con la necesidad de normalización discursiva del español en producción teórica no mimética. Debo decir que, contrariamente a lo que puede suponerse, estos desarrollos, aunque en gran medida impulsados por las estructuras universitarias francesas, norteamericanas o británicas, no son simplemente desarrollos metropolitanos pues han tenido influencia masiva en otros ámbitos académicos. Lo que me interesa ahora, en virtud de la necesidad de discusión, es marcar mi opinión de que el momento presente en la discusión académica, desde el punto de vista de los estudios en español, constituye de hecho una regresión al momento en el que parecía que íbamos a poder atender la promesa, cumplirla o abrir el camino para que otros lo hicieran.

Los inconvenientes se derivan del carácter regresivo: ahí hay ya la constatación de un cierto fracaso. No hemos conseguido gran cosa, no hemos hecho mella alguna. El campo intelectual está dominado hoy, no sólo en humanidades, pues esto alcanza a varias de las ciencias sociales, por un culturalismo rampante, identitario de naturaleza y absolutamente deudor del único hilo temático que la tradición hispánica ha conseguido naturalizar en los últimos doscientos años. Es abiertamente antiteórico, insidiosamente hostil a la práctica teórica en cuanto supuestamente eurocéntrica. Es absolutamente representacional, en la medida en que la representación cultural (y culturalista-identitaria) agota su horizonte. Una y otra vez es posible constatar que, si bien los temas han cambiado y hoy poca gente está interesada en el estudio de, digamos, el símbolo y la alegoría en Octavio Paz o en la forma y el contenido de la novela de la Revolución mexicana, y se prefieren estudiar películas, graffiti, o testimonios, por dar ejemplos obvios, la modalidad narrativa dominante sigue siendo melodramática, que han perdido su fuerza innovadora y se han recluido en una respetabilidad incesante al nivel mismo del vocabulario. Cambian los perros pero el collar es el mismo, de la misma fábrica, con pocas variantes puestas al día. No era eso lo que buscábamos, eso era más bien lo que ya había, y contra ello hay que seguir luchando.

Las ventajas no pueden negarse. Hoy, como pude constatar en mi visita a 17, Instituto de Estudios Críticos hace poco más de un año, pero también en otros lugares y en mi propia práctica profesional cotidiana, hay una alternativa que hace veinte años apenas existía. El discurso teórico está ya naturalizado en español. Las referencias cruciales son en cierta medida ya parte integral (y no extracurricular) de lo que los jóvenes estudian. Hay numerosas revistas y numerosos blogs y foros de internet en los que se intenta hacer lo que los circuitos del poder académico en español no permiten en sus ámbitos. La posibilidad de pensamiento libre y riguroso, más allá de las restricciones históricas impuestas por una academia caída y por un mundo editorial dormido y perezoso, está ya en la calle. En suma, lo que quiero proponer no es que se trate de volver a empezar, ritmo hesicástico, como diría Lezama Lima, sino que este es el momento coyuntural adecuado para relanzar un proyecto generacional y global (es decir, transcontinental) de reflexión propiamente teórica en español, con la certeza de que esta vez los logros serán generacionalmente incontrovertibles y vencedores. Es cuestión de tiempo, pero no sin esfuerzo, pues del esfuerzo depende la victoria. No se trata en esta victoria de destruir a ningún enemigo, sino más bien de lograr espacio para respirar, que es el espacio de la libertad real.

Voy a dejarlo aquí, pero no quiero dejar de mencionar la importancia absoluta de lo que fue mencionado solo de pasada arriba, y eso es la politicidad de todo pensamiento. El pensamiento teórico-crítico que está prometido para nuestra lengua es también pensamiento político, como no podía ser de otra manera. Excepto que es quizá tiempo de pensar la política no melodramáticamente, que es lo que a las generaciones que nos anteceden no parece haberles sido posible. Lo que está en juego es el desarrollo amplio de un proyecto de pensamiento teórico-político a partir de lo que quiero llamar el intelecto general republicano: democracia política común, y lógica de la libertad contra lógica de la dominación. Esto no está confinado a las tradiciones españolas o latinoamericanas (o indígenas, en el ámbito del imperio y del postimperio hispánico), sino que intenta pensar lo hispánico, entre otras cosas, en el marco de una historia global. Lo decisivo es el carácter no identitario del pensamiento por venir: su registro marrano.

Alberto Moreiras

domingo, 16 de octubre de 2011

1993 - World Gone Wrong. Bob Dylan

En mayo de 1993, Dylan daría comienzo a unas sesiones de grabación en el garaje de su hogar de Malibú. Grabado en solitario en apenas unos días, un total de catorce canciones fueron registradas, de las cuales 10 fueron elegidas para éste su álbum número 29. Marcada por la distorsión, la calidad del sonido era bastante primitiva en comparación al estereotipo de música moderna de ese entonces, con apenas tres micrófonos situados aleatoriamente, la mezcla de las canciones se llevó a cabo en cassettes por el propio Dylan, insistiendo en que tales no habrían de modificarse posteriormente. De este modo Dylan buscaba desprenderse de su cualidad de superestrella que durante la década de los ochenta había mermado su creatividad e independencia artística, asunto que logró, al recibir esta pieza, una alarmante mala respuesta por parte de la crítica como de los viejos fans enamorados del Dylan rockstar de la década anterior. El álbum apenas llegó al número 70 en las listas de popularidad. Pero una nueva generación, la generación que por entonces escuchaba a Cobain cambiar la eléctrica por la acústica, descubrió y acogió a Dylan, y la tradición musical que él representa; de nueva vez, en un mundo de voces modificadas por computadora, estudios de sonido que semejaban un laboratorio de la NASA, y la sobreproducción de la música electrónica de entonces, el folk de Dylan volvía a sonar contracultural.




Gilles Deleuze: La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1




Gilles Deleuze
La imagen-movimiento. 
Estudios sobre cine 1






Sound

viernes, 14 de octubre de 2011

Miguel Angel Granados Chapa se despide


Ultimas palabras del Plaza Pública, 
sección que escribió de 1977 a 14oct11

Casi nadie entre los firmantes (de la petición de un gobierno de coalición), y por supuesto entre los mexicanos todos, pueden negar la terrible situación en que nos hayamos envueltos: la inequidad social, la pobreza, la incontenible violencia criminal, la corrupción que tantos beneficiarios genera, la lenidad recíproca, unos peores que otros, la desesperanza social. Todos esos factores, y otros que omito involuntariamente pero que actúan en conjunto, forman un cambalache como esa masa maloliente a la que cantó Enrique Santos Discépolo en la Argentina de 1945.

Con todo, pudo cantarle. Es deseable que el espíritu impulse a la música y otras artes y ciencias y otras formas de hacer que renazca la vida, permitan a nuestro país escapar de la pudrición que no es destino inexorable. Sé que es un deseo pueril, ingenuo, pero en él creo, pues he visto que esa mutación se concrete.

Esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós.



Ausencia de amor

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.

Juan Gelman

Discurso íntegro de Javier Sicilia


del 14 de octubre 2011, en el marco del diálogo entre
el Gobierno Federal y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad

Buenos días, Sr. Presidente, Primera Dama, Sra. Procuradora, Sres. Secretarios de Estado y demás servidores públicos que lo acompañan; buenos días compañeros de viaje en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad; buenos días ciudadanos de esta nación.
Antes de iniciar este segundo diálogo, quiero leer unos versos del peruano César Vallejo: “Jamás, hombres humanos,/ hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,/ en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!/ Jamás tanto cariño doloroso,/ jamás tan cerca arremetió lo lejos,/ jamás el fuego nunca/ jugó mejor su rol de frío muerto!/ Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal/ y la migraña extrajo tanta frente de la frente!/ Y el mueble tuvo en su cajón dolor,/ el corazón, en su cajón, dolor,/ la lagartija, en su cajón, dolor”.
Al final de mi intervención le entregaré, Sr. Presidente, la fotografía de Pedro Leyva, el primer asesinado del Movimiento, y esperemos que el último, como prenda de la justica que usted, como representante del Estado, debe a la familia de Pedro, a la comunidad de Ostula y a las víctimas de esta guerra.
Hace más de tres meses, Sr. Presidente, nos reunimos en este mismo lugar donde --- volvemos a recordarlo-- residió el imperio de quienes se equivocaron creyendo que con las armas extranjeras se resolverían los problemas de México, pero también donde se firmaron los Tratados de Paz de El Salvador. En aquella ocasión le mostramos, con nuestra presencia, lo que su estrategia de guerra había enterrado durante cinco años bajo el desprecio de las abstracciones estadísticas –40 mil muertos, 60 mil desaparecidos, 120 mil desplazados, que en estos últimos tres meses han aumentado de manera terrible-- y bajo el insulto de ese absurdo epíteto de guerra nombrado “bajas colaterales”, que esas cifras, esas “bajas colaterales”, esos innombrables, tienen nombre, historia, y sus familias un dolor y una destrucción indecibles; le mostramos también que los muertos culpables son también seres humanos que un Estado corrupto y omiso arroja día con día a la delincuencia, destruyéndoles su esqueleto moral y político, y advertimos con ello que su estrategia de guerra está multiplicando el dolor y no logra construir la paz que requiere la nación.
De aquel primer diálogo surgieron cosas importantes: primero, el reconocimiento del diálogo abierto, de cara a la nación, como un fundamento de la democracia que pocas veces se ejerce en nuestro país; segundo, un lenguaje distinto, frente a la visibilización del dolor, en la vida política de la nación; tercero, el reconocimiento, por parte suya, de la deuda que tiene con las víctimas de esta guerra; cuarto, el apoyo, por parte de algunos funcionarios que honran su condición de servidores públicos, a muchas de las víctimas que hemos visibilizado –se los agradecemos, y si no damos sus nombres, como debería ser con todo agradecimiento, es para protegerlos—y quinto, las 4 mesas de trabajo para dar cauce a las seis demandas que están contenidas en el documento leído el 8 de mayo en el zócalo de la ciudad de México, que competen al poder Ejecutivo, y que para nosotros son fundamentales para crear un piso común que permita hacer la paz en la nación y salvar nuestra incipiente democracia --es insolito el hecho de que más de 10 subsecretarios o equivalentes hayan interactuado durante 3 meses con representantes de la sociedad civil.
A pesar de esos logros, Sr. Presidente, a pesar de los avances que se han dado en esas mesas de trabajo y que acabamos de escuchar y de ver, y sin dejar de tomar en cuenta que el tiempo que duraron es poco para la cantidad de asuntos que surgieron en ellas, las restas, para desgracia del país y vergüenza del Estado, siguen siendo mayores que las sumas.
Aunque usted aceptó, para empezar a resarcir la deuda que el Estado tiene con las víctima, hacer justicia a aquellas que presentamos en el documento del 8 de mayo y en el diálogo del 23 de junio, la única justicia que hasta el momento se ha hecho ha sido en el caso de mi hijo Juan Francisco y de su amigos asesinados el 27 de marzo –los otros 30 casos permanecen prácticamente en la misma situación--. Aunque usted respondió a una de nuestras demandas –una demanda que ya tenía muchos años de expresarse-- con la creación de la Procuraduría Social para Atención a Víctimas del Delito –debería llevar el nombre de Víctimas de la Violencia y del Abuso del poder--, dicha Procuraduría, de la que nos enteramos –nuevamente un desprecio del poder hacia los ciudadanos—por los periódicos, no sólo carece de presupuesto y de condiciones operativas reales, sino que tiene serias deficiencias que es necesario corregir. Si realmente existe una voluntad verdadera –y no como hasta ahora parece, demagógica y mediática-- para con las víctimas, revisémosla, junto con quienes ha asumido la responsabilidad de coordinarla, para hacer una Procuraduría que realmente esté a la altura del dolor y de la emergencia que vive la nación y perdure en el tiempo. Aunque sabemos también –y eso sí nos produce satisfacción—que se trabaja en la redacción de una buena Ley de Víctimas de la Violencia y del Abuso de Poder que esperamos que esté, ésta sí, verdaderamente a la altura de la emergencia nacional y que esperamos, esta vez, revisar pronto con ustedes y pronto verla operando, esa Ley, por más ejemplar que sea, servirá de poco sin una sólida Procuraduría Social para Atención a las Víctimas y sin una Comisión de la Verdad –hoy más que nunca necesaria, frente a lodo en el que se está convirtiendo el país- y sin una Ley de Seguridad Ciudadana y Humana que camine hacia la paz que necesita la nación, y no hacia la exacerbación de la violencia legítima como pretende la actual propuesta de Ley de Seguridad Nacional que se discute en las Cámaras.
Su decisión, Sr. Presidente, de que los militares asuman la seguridad pública del país, lo menos que requiere es un mapa de ruta que defina tiempos y límites de su presencia en las calles, ya que se pone en serios riesgos la endeble democracia mexicana al subordinar el poder civil a la lógica de la seguridad militar. Esa decisión, en la que usted se empeña, argumentando que la corrupción y la debilidad de los cuerpos policiacos son también causa de la presencia de las organizaciones criminales nos parece equivocada, porque el problema del crimen organizado no se reduce a la condición corrupta de los aparatos de seguridad del Estado. Se encuentra también en el hecho de que las organizaciones criminales se han infiltrado en las estructuras económicas, políticas, de seguridad y judiciales de México. Allí no advertimos de parte del Ejecutivo una política ni definida ni contundente –como lo ha denunciado recientemente ante autoridades de los Estados Unidos un empresario mexicano.
Todo ello convierte a su estrategia de guerra en una guerra sin fin donde los flujos de dinero y las complicidades políticas continúan intactas y los ciudadanos en México quedamos atrapados entre la lógica del mercado y la del orden militar, llenos cada vez más de muerte y de miedo. Además, y usted lo sabe bien, porque lo ha señalado reiteradas veces, su estrategia de guerra no ha disminuido un ápice el mercado del consumo de drogas en nuestro vecino del norte y los agentes criminales continúan ganando miles de millones de dólares anuales por ese consumo.
En este sentido, como lo ha afirmado usted, Sr. Presidente, México no es un Estado fallido, sino un Estado fracturado. Existe una fractura entre la política de seguridad que se ejerce y las libertades que la Constitución garantiza a los habitantes de este país; una fractura que se profundiza en el entramado político al militarizarse el territorio nacional; una fractura en el ánimo nacional por la sordera de la clase política ante la exigencia de reformas –en particular de la reforma política-- que den respuesta a la emergencia que vivimos --los procesos electorales se perciben cada vez más como el gran negocio de los partidos políticos y de los medios de comunicación que pretenden convertir a los ciudadanos en mercancía--; una fractura que muestra a una ciudadanía alejarse cada vez más de un sistema político que ha sido infiltrado por diversas fuerzas del crimen; una fractura que se advierte en la libertad de tránsito cancelada en grandes porciones del territorio de nuestro país a causa del temor cierto a ser secuestrado y desaparecido; una fractura que irrumpe en los hogares de miles de mexicanos, dejando muerte y desamparo, terror e incertidumbre, porque quien violenta, asalta y asesina se presenta con el uniforme de la autoridad y el rostro de la delincuencia –desde nuestro primer encuentro aquí, en este mismo sitio, Sr.  Presidente, se han sumado a las ya casi 50 mil muertes 4 mil más; entre ellas la de nuestro compañero Pedro Leyva Domínguez--; una fractura entre los ciudadanos y los cuerpos de seguridad del Estado, entre las fuerzas armadas y los habitantes del país que cimbra, sino es que cancela, la esperanza de una sociedad democrática en ciernes; una fractura entre los mexicanos y nuestros hermanos del sur y centroamérica, a quienes en este país, y gracias a la incompetencia, apatía y complicidad de las autoridades, se les viola y martiriza, extorsiona y asesina –desde esa tragedia su gobierno no ha escuchado la verdad del padre Solalinde, ha preferido defender una institución corrompida, como es el Instituto Nacional de Migración, a garantizar la vida de quienes cruzan nuestro territorio para encontrar, junto con nuestros hermanos mexicanos, una posibilidad de vida mejor en los Estados Unidos, y contribuir con su trabajo al desarrollo de aquella nación.
Los desafíos de esta fractura del Estado mexicano obligan, Sr. Presidente, a reconfigurar el entramado social –las comunidades de los pueblo indios son un ejemplo de lo que significa el tejido social-- para encontrar otra vez el amalgama que cohesione a una patria resquebrajada por una emergencia nacional que todos los partidos políticos, incluyendo el suyo, continúan ignorando en aras de sus elecciones --sí, de sus elecciones, porque no son  las de la mayoría de los mexicanos que vivimos en un país sin suelo y sin sentido y que miran cómo ustedes ahondan esa horrenda fractura con sus guerras verbales que no son más la expresión de una política siniestra y de unas elecciones ignominiosas que ignoran el dolor, el desencanto, la desesperación de millones de mexicanos y la emergencia nacional.
Esa fractura, que no hemos dejado de constatar y de evidenciar a lo largo de nuestro caminar por el país, y que es consecuencia de décadas de dejar hacer, de complicidades criminales entre sectores importantes de las élites políticas y económicas del país, de la destrucción sistemática del tejido social y sus ámbitos morales en nombre del capital y del dinero, y de la pasividad ciudadana de la que fuimos parte antes de que la violencia y la crueldad nos despertaran para decir, exigir y buscar con todos los mexicanos de buena voluntad la paz para México, se ha hecho más honda con su política de militarización del país, Sr. Presidente. Sus decisiones, además de generar más violencia y terror, están provocando el surgimiento de grupos paramilitares que, en esta atmósfera enrarecida y atroz, se sienten autorizados para ejercer, asesinando impunemente a más mexicanos, loque estúpidamente llaman justicia.
En este sentido, Sr. Presidente, nos preocupa sobremanera que, después de lo que hablamos hace tres meses en este mismo sitio, después de las propuestas que hemos hecho en las mesas de trabajo, de las mismas propuestas de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, a las que nos hemos sumado, para crear una Ley de Seguridad Humana y Ciudadana que construya la paz, después de nuestro andar uniendo el dolor del país en una respuesta pacífica, usted haya afirmado que cobra más muertos la delincuencia que todos los regímenes autoritarios, que –cito textualmente sus palabras—“esa plaga que es el crimen y la delincuencia, es una plaga que hemos decidido exterminar en nuestro país, tómese el tiempo que se tiene que tomar y los recursos que se necesiten”. Ese tono lleno de violencia y de desprecio, lleno de presagios siniestros, no se diferencia del tono con el que el gobernador Javier Duarte se expresó frente a los 35 cadáveres arrojados sobre las calles de Boca del Río: “Es muy claro –dijo con la suficiencia de lo inhumano—, en Veracruz no hay cabida para la delincuencia”. “Estamos combatiendo como nunca antes el crimen, Estamos aquí enfrentando ese problema nacional con valor y entereza. Lo estamos  haciendo de manera coordinada, vinculante, estrecha y cercana con la política del presidente Felipe Calderón”.
La atmósfera de violencia y de horror, que día con día crece, está contaminando las palabras y los discursos. En ellos hay una amenaza mayor, que detectamos con reprobación los ciudadanos: la del autoritarismo y su rostro más brutal, el militarismo y el fascismo: “Es hora –escribió, en este sentido el periodista René Delgado, y nosotros lo suscribimos delante de usted para que responda a las víctimas y a la nación—de exigir definiciones y aclaraciones sobre el rumbo que el país toma antes de que la tentación fascista frente a la criminalidad [tentación que reverbera en sus palabras, en las del gobernador Duarte y en la irrupción de los paramilitares—arrase con la civilidad”, esa civilidad que los ciudadanos de este país no hemos dejado de demostrar a pesar del horror.
No sabemos si todavía es tiempo de que la clase política se comprometa en verdad con la ciudadanía para enfrentar la emergencia nacional. Pero en este momento, en las condiciones que vive el país, lo único que advertimos es que las próximas elecciones serán, como ya se anuncian y no hemos dejado de señalar, las de la ignominia, una ignominia que sólo redundará en el ahondamiento de esa fractura a la que nos hemos referido.
No sabemos si todavía es tiempo –queremos creer que sí—de que se nos escuche –durante estos tres meses hemos llenado de suficientes contenidos nuestra crítica a su estrategia de guerra, Sr. Presidente, y a la Ley de Seguridad Nacional que la avala y que quieren imponernos-- y se redacte una Ley de Seguridad Ciudadana y Humana que garantice los derechos y las libertades de los mexicanos, y que precise y acote las responsabilidades de las fuerzas públicas y sus servicios de inteligencia. Es urgente que la seguridad se focalice en la reestructuración real, es decir, con y para la gente, del tejido social, con prioridad en los jóvenes. El presupuesto y las leyes para estos rubros tienen que evidenciar que el Estado mexicano elige la prevención y no la represión como opción fundamental para detener la violencia que vive el país, que siembra vida y no muerte, que da opciones a los jóvenes y no los hacina en el olvido y las cárceles.
No sabemos si ustedes quieren en verdad tomar el camino de la paz –hasta ahora, en la multiplicación de los cadáveres, en la impunidad y la corrupción que habita en los aparatos  del Estado, en el terror que vive la población a causa de la delincuencia y de la respuesta violenta de los gobiernos, en la violencia verbal y llena de cinismo de la lucha electoral, en la ausencia de una sólida reforma política, en esa fractura que la partidocracia ahonda día con día, parece que no--. Nosotros, sin embargo, Sr. Presidente, y pese a los intentos por minimizarnos y denostarnos, no hemos dejado de andarlo y de mostrarles a todos la emergencia nacional: el país arde, los muertos se contabilizan por decenas de miles de asesinados, de desaparecidos, de huérfanos, de viudas y de padres y madres que hemos perdido a nuestros hijos, de tejidos sociales desgarrados por la codicia y de un terror ciudadano. Nosotros, es verdad, no representamos a todos ni nunca lo hemos pretendido, pero representamos el dolor de los más desprotegidos, el de las víctimas negadas y criminalizadas por el propio gobierno y el de muchos ciudadanos de a pie que saben que el rostro de esas víctimas es también el rostro del dolor de todo el país; somos los sobrevivientes de nuestros muertos que hemos mostrado al mundo que cada uno de esos cuerpos sin vida que aparecen en los medios maniatados, destrozados, cubiertos de sangre, tienen un nombre y una historia que tenemos obligación de rescatar; tienen también a alguien que los llora y que muchas, muchísimas de esas vidas sacrificadas con brutalidad extrema son inocentes, ciudadanos como nosotros que fueron levantados, secuestrados, asesinados por criminales, policías, militares o autoridades sin escrúpulos amparadas en la impunidad. Detrás de las fosas comunes de las estadísticas se esconden historias diferentes: víctimas de carne y hueso, pero también victimarios, homicidas crueles que saben que mientras las víctimas y ellos carezcan de identidad y de historia su impunidad está garantizada. Por eso es tan importante que junto con el rescate de sus nombres y de sus historias, junto con un memorial de nuestros muertos, junto con la Fiscalía de Atención a Personas Desaparecidas, junto con la Ley de Víctimas de la Violencia y del Abuso del Poder, junto con una Ley de Seguridad Humana y Ciudadana, se cree también una Comisión de la Verdad. Sólo así garantizaremos que la paz tanga la justicia y la dignidad que merecemos.
Nosotros no tenemos poder ni lo queremos –a pesar de que algunos se empeñen en buscar intereses en el Movimiento para denostarlo--. No somos --para parafrasear a aquellos que hace 17 años mostraron el dolor de los negados del mundo indígena y nos dijeron que si no cambiaba el rumbo del país iríamos a la perdición—robles ni elefantes; somos simplemente  caña, hormiga, los más pobres de los pobres, las víctimas, las bajas colaterales, las viudas, los huérfanos, los que no tenemos nombre porque perdimos a nuestros hijos, los despreciados, los negados que desde hace seis meses nos pusimos a caminar para volvernos un puente que busca unir en el dolor, el amor, el acogimiento y el diálogo, el norte con el sur, el este con el oeste, el centro con los cuatro puntos cardinales, la izquierda con la derecha, el gobierno con los ciudadanos.
Desde allí, desde esa dignidad que nos ha llevado a lo largo y ancho de todo el país a abrazar, a besar, a consolar, a dialogar y a hablar con firmeza y verdad con todos; desde allí, y frente a la sordera de los criminales y de la clase política que se empeña en ahondar más la fractura del Estado y el dolor de la patria, llamamos a todos los mexicanos de buena voluntad a buscar formas alternativas de organización pacífica y no-violenta. Por ello, desde este recinto lleno de símbolos, de cara al diálogo que tenemos con usted Sr. Presidente como representante del Estado y manteniendo, pese a las decepciones, el diálogo franco y abierto que tenemos y tendremos con los demás Poderes, convocamos a todos los líderes del dolor, a todos los ciudadanos de buena voluntad y a todas las organizaciones civiles que busquen construir la paz en nuestro amado México, más allá de diferencias ideológicas, políticas y sociales, a reunirnos la noche del 31 de octubre, en todas las plazas, zócalos, cementerios, escuelas, panteones, centros ceremoniales, en todo espacio público que nos haya quitado la delincuencia y la incapacidad gubernamental, allí donde los señores de la muerte hayan dejado dolor y hayan pretendido destruir la esperanza, para juntar nuestros dolores, recordar a nuestros muertos y manifestar nuestra voluntad de paz, de amor y de justicia. Salgamos esa noche a nombrar a nuestros muertos. Llevemos junto a sus nombres y fechas de nacimiento y muerte fotografías, prendas, todo aquello que los haga de nuevo presentes entre nosotros, para que todo México sepa que alguna vez habitaron en esta casa que tiene una deuda inmensa con su memoria y la justicia y la paz que les debemos y nos debemos, para que todo México sepa también que ningún ciudadano permitirá más que se construya ningún proyecto político sobre el odio, la corrupción, la impunidad, la guerra y la muerte.
Por eso exigimos a todos los órdenes de gobierno y a todos los partidos políticos que han convertido el proceso electoral en un mercado donde, ignorando el dolor del país, el latido del corazón de la Patria y la emergencia nacional, se compran votos, voluntades y dignidades a:
1) Un drástico y transparente deslinde de todos los partidos políticos del crimen organizado. Lo que significa que no deberán aceptar un solo peso del narcotráfico, de la delincuencia o por fuera de la ley; que no deberán aceptar un solo candidato o candidata que tengan vínculos con la delincuencia organizada; que denunciarán cualquier amenaza o extorsión que amenace el proceso electoral.
2) El mapa de ruta de la desmilitarización del país, el fortalecimiento de las instituciones civiles y la garantía de seguridad y respeto a los derechos humanos de los ciudadanos. No queremos más muertos ni más desaparecidos.
3) La justicia que se les debe a nuestros muertos y la aparición de todos los desaparecidos de esta guerra. Con independencia de este dialogo, es obligación de Estado garantizar el acceso a la justicia, por lo que la atención a los caso individuales y colectivos de debe prevalecer para mantener los espacios de atención hasta ahora construidos.
4) Un acuerdo nacional de inversión de largo plazo en la educación y empleo que garantice a los jóvenes de México varias opciones de educación así como el rescate de dicha población en las regiones de mayor riesgo donde el crimen organizado ha encontrado en ellos su ejército de reserva.
5) La restauración del tejido social mediante el respeto a las diferencias regionales y el reconocimiento de las autonomías indígenas con todos los derechos que eso implica.
6) El rescate de los caminos de México que devuelva el seguro y libre tránsito de los ciudadanos por los territorios de la nación.
Llamamos así a los mexicanos y mexicanas a hacer uso de todas las formas pacíficas de resistencia civil contra la violencia. Es el momento, frente al horror y la fractura del Estado, de darnos las formas de organización necesaria y siempre pacíficas para resistir juntos tanto la violencia criminal como la oficial y refundar el Estado. En esta hora de emergencia nacional, debemos articularnos de manera plural e incluyente, desde abajo y entre todos y todas, para impulsar cambios de fondo que recuperen el piso común que nos une y sin el cual esta casa llamada México terminará por derruirse.

lunes, 10 de octubre de 2011

Declaración oficial del movimiento Ocupa Wall Street



traducción de Renato Guillén 


Este documento fue aprobado por la Asamblea General de Nueva York “Ocupando Wall Street”. Escrito el 29 de septiembre de 2011 y actualizado el 1 de octubre.
Mientras nos reunimos en solidaridad para expresar un sentimiento de injusticia masiva, no debemos perder de vista aquello que nos ha juntado. Escribimos para que toda persona que se sienta agraviada por las fuerzas corporativas del mundo sepa que somos sus aliados.
Como un solo pueblo, unido, reconocemos la realidad: Que el futuro de la raza humana requiere de la cooperación de sus miembros; que nuestro sistema debe proteger nuestros derechos y que cuando este sistema se corrompe, son los individuos los que deben proteger sus derechos individuales y de sus vecinos; que un gobierno democrático deriva su poder legítimo del pueblo, pero que las corporaciones no buscan consentimiento para extraer bienes de las personas y de la tierra; y que una democracia verdadera es inalcanzable cuando el proceso está determinado por poderes económicos. Nos acercamos a ustedes en un momento en el que las corporaciones, que ponen a la ganancia por encima de las personas, el interés propio por encima de la justicia y la opresión por encima de la igualdad, manejan nuestros gobiernos. Nos hemos reunido aquí de manera pacífica, por ser nuestro derecho, para que estos hechos se sepan.
· Ellos han tomado nuestras casas a través de un proceso de ejecución hipotecaria ilegal. A pesar de no poseer la hipoteca original.
· Ellos han cobrado rescates financieros de los contribuyentes con impunidad y continúan dando a los ejecutivos bonos económicos exorbitantes.
· Ellos han perpetuado la inequidad y discriminación en el trabajo, basándose en edad, el color de la piel, el sexo, el género, la identidad sexual y la orientación sexual.
· Ellos han envenenado el suministro de alimentos por su negligencia y han socavado el sistema de cultivo a través de la monopolización.
· Ellos se han beneficiado económicamente de la tortura, encierro y maltrato de incontables animales.
· Ellos han buscado continuamente despojar a los empleados de su derecho a negociar por una mejor paga y un ambiente de trabajo más seguro.
· Ellos han mantenido a los estudiantes como rehenes con decenas de miles de dólares en deudas por la educación, la cual es, por sí misma, un derecho universal.
· Ellos han usado, consistentemente, la subcontratación como palanca para cortar los beneficios de salud y el pago de los trabajadores.
· Ellos han influido el sistema legal para tener los mismos derechos que el pueblo sin tener las mismas responsabilidades o culpabilidades.
· Ellos han gastado millones de dólares en equipos legales que buscan maneras de librarlos de cumplir con contratos de seguros de salud.
· Ellos han vendido nuestra privacidad como una mercancía.
· Ellos han usado las fuerzas policiales y militares para cooptar la libertad de expresión.
· Ellos se han negado, deliberadamente, a retirar productos que ponen en peligro la vida en busca de ganancias.
· Ellos dirigen la política económica, a pesar de los fracasos catastróficos que estas políticas han producido y siguen produciendo.
· Ellos han donado grandes sumas de dinero a los políticos responsables de regularlos.
· Ellos continúan bloqueando las formas alternas de energía para mantenernos dependientes del petróleo.
· Ellos continúan bloqueando los medicamentos genéricos que podrían salvar vidas o proporcionar alivio con el fin de proteger inversiones que ya han dado una ganancia sustancial.
· Ellos han deliberadamente ocultado derrames petroleros, accidentes, contabilidad fraudulenta e ingredientes inactivos en busca de ganancia.
· Ellos deliberadamente mantienen al pueblo desinformado y temeroso a través de su control de los medios de comunicación.
· Ellos han aceptado contratos privados para asesinar prisioneros aun cuando se han presentado pruebas que ponen seriamente en duda su culpabilidad.
· Ellos han perpetuado el colonialismo. En este país y en otros.
· Ellos han participado en la tortura y asesinato de civiles inocentes en el extranjero.
· Ellos siguen creando armas de destrucción masiva para recibir contratos gubernamentales
A todos los pueblos del Mundo.
Nosotros, la Asamblea General de Nueva York “Ocupando Wall Street” en Liberty Square los instamos a ejercer su poder.
Ejerzan su derecho a reunirse pacíficamente, a ocupar espacios públicos, a crear un proceso para enfrentar los problemas a los que nos enfrentamos y a generar soluciones accesibles para todos.
A todas las comunidades que tomen acción y formen grupos siguiendo el espíritu de la democracia directa les ofrecemos apoyo, documentos y todos los recursos a nuestro alcance.
¡Únanse a nosotros y hagamos que nuestras voces sean escuchadas!

Alto a la guerra



To:  International Criminal Court- Corte Penal Internacional
Juicio penal internacional en contra de Felipe Calderón, Joaquín Guzmán Loera, Genaro García Luna, Guillermo Galván Galván, Francisco Saynez Mendoza y demás autoridades, militares y narcotraficantes responsables de crímenes de guerra en México.

Los abajo firmantes solicitamos a la Corte Penal Internacional (CPI) ejercer su competencia respecto de los crímenes que a continuación se narran.

Felipe Calderón declaró el inicio de una “guerra” contra el narcotráfico, el 11 de diciembre de 2006, que ha resultado en la muerte de más de 40,000 seres humanos en los últimos 4 años. Para ello se ha valido de las fuerzas policíacas, el Ejército y Marina mexicanas. El uso del ejército en operativos contra el narcotráfico comenzó varios años atrás pero se intensificó en este período. Calderón ha ordenado continuar con dicha guerra a pesar de que organismos internacionales le han solicitado dejar de emplear al Ejército en funciones que deberían desarrollar los cuerpos policíacos (Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias, informe preeliminar, marzo 2011). Tan sólo en 2010 este conflicto armado ha causado más muertes que la guerra emprendida por los Estados Unidos de Norteamérica en Afganistán y Paquistán (Barómetro de Conflictos, Universidad de Heidelberg Alemania) y ha dejado también más desplazados, esto es, alrededor de 120,000 personas debido a la violencia generalizada (Internal Displacement Monitoring Center 2010). La situación de los jóvenes y niños es particularmente vulnerable: mil 226 de los muertos que perecieron en fuego cruzado o ataques directos, de diciembre de 2006 a diciembre de 2010, son niños, niñas y adolescentes (Red por los Derechos de la Infancia en México).

Se han repetido sistemáticamente violaciones a los derechos humanos, debido al contexto de conflicto armado en el que nos encontramos. México, Afganistán y Somalia, son las naciones con el mayor número de reporteros secuestrados y nuestro país es el más peligroso del continente para los medios de comunicación (Reporteros sin fronteras).

Vivimos un conflicto armado prolongado que enfrenta autoridades gubernamentales y grupos armados organizados así como a estos grupos entre sí, combatiendo por el control territorial para el tráfico de drogas. Sin embargo, aún en las guerras existen límites y en ésta se han rebasado de forma catastrófica:

El ejército mexicano ha asesinado a civiles e incluso a niños completamente ajenos al conflicto, en retenes militares y durante operativos. Ha torturado y asesinado a civiles sabiendo que no guardan relación con el conflicto y además ha intentado encubrir estos hechos para no castigar a los responsables como en el caso de los estudiantes asesinados en el TEC de Monterrey el 19 de marzo de 2010 (recomendación No. 45/2010 Comisión Nacional de los Derechos Humanos). Este tipo de crímenes son competencia de la CPI conforme al artículo 8 2) e) i) del Estatuto de Roma.

El ejército también ha encubierto y dejado impune la violación sexual de mujeres cometida por soldados durante operativos de búsqueda de delincuentes, con lo que ha fomentado el empleo de esta práctica en su guerra contra el narcotráfico (Caso Fernández Ortega y otros. Vs. México así como Caso Rosendo Cantú y otra Vs. México Corte Interamericana de Derechos Humanos). Estos crímenes también son competencia de la CPI conforme al artículo 8.2 e) vii) del Estatuto de Roma. Es práctica cotidiana la realización de ejecuciones extrajudiciales, que responden a la idea de que los jueces mexicanos liberan a los narcotraficantes por lo que los militares prefieren asesinarlos. La Marina incluso difundió fotografías del cuerpo sin vida de Arturo Beltrán Leyva, que había sido manipulado y mutilado con evidentes fines intimidatorios (El País 18-12-2009 y El Universal 19-12-2009). Este crimen es competencia de la CPI conforme al artículo 8 2) c) iv) del Estatuto de Roma.

Además Calderón ha ordenado agredir sistemáticamente a migrantes centroamericanos que se dirige a los Estados Unidos de Norteamérica. Es tan evidente que se trata de una política del Gobierno panista –concebida desde Washington- que incluso se ha comenzado a legislar para convertirla en una obligación a cargo de las autoridades. Ya han comenzado a hacerse públicas las consecuencias de esta política de Estado. En abril de 2011 se encontró una fosa común con 72 personas migrantes en Tamaulipas y casos semejantes se han repetido reiteradamente. La CNDH documentó la participación de autoridades públicas en los secuestros contra migrantes desde 2009 (Informe Especial sobre los casos de Secuestro en Contra de Migrantes). Recientemente personas centroamericanas denunciaron que fueron “vendidas” por agentes del Instituto Nacional de Migración al grupo delictivo de Los Zetas (La Jornada, 10 de mayo 2011). Estos delitos pueden ser tipificados como crímenes de lesa humanidad.

Los cárteles de la droga practican mutilaciones cotidianamente, tanto para intimidar a los grupos en conflicto, como para enviar mensajes. Muchas de las personas decapitadas son civiles. También reclutan niños menores de 15 años de edad, que llegan a convertirse en sicarios. Se estima que entre 30 a 43 mil menores de edad han sido enrolados por grupos criminales (Infancia y Conflicto Armado en México Red por los derechos de la infancia en México). Este crimen es competencia de la CPI conforme al artículo 8. 2 c) i y 8. 2 e) vii) del Estatuto de Roma.

Además se han generalizado los ataques a centros de rehabilitación en donde se agrupa a enfermos y adictos a las drogas, como los ocurridos el 26 de junio de 2010 en Durango, el 5 de diciembre 2010 en dos centros en Ciudad Juárez y el 10 de junio de 2010 en Chihuahua por citar solamente algunos. Este crimen es competencia de la CPI conforme al artículo 8. 2 e) iv) del Estatuto de Roma.

Estos son solamente algunos de los crímenes que vivimos cotidianamente en México.

El conflicto se caracteriza por la rampante impunidad, pues no existe sanción para los soldados, sicarios o los superiores que ordenan estos crímenes y posteriormente encubren a los culpables. Lamentablemente los tribunales de nuestro país se encuentran prácticamente impedidos para juzgar al titular del ejecutivo federal (artículo 108 constitucional) añadiéndose a ello la falta de autonomía del fiscal en México (Procurador General de la República), lo que también significa que no se persigue a los altos funcionarios civiles y militares, responsables de esta crisis. Tampoco es posible llevar ante la justicia a los soldados que materialmente han violado, torturado, desaparecido y asesinado a mexicanos debido al inaceptable alcance del fuero militar. Cuando un soldado comete cualquier delito en contra de civiles, los hechos son juzgados por tribunales militares (art. 57 Código de Justicia Militar). La Corte Interamericana de Derechos Humanos ya ha señalado que la jurisdicción penal militar no es el fuero competente para investigar y, en su caso, juzgar y sancionar a los autores de violaciones de derechos humanos, por lo que México está violando derechos humanos (Caso Radilla Pacheco vs. México).

Ante la negativa en nuestro país para castigar a los responsables de estos crímenes, corresponde a la CPI terminar con la insultante impunidad que ha prevalecido en México, desde hace por lo menos 4 años. Pedimos al Fiscal Luis Moreno-Ocampo, iniciar de oficio una investigación sobre la base de la información que acompaña este escrito, de conformidad con el artículo 15.1 del Estatuto de Roma de la CPI. 

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